viernes, 24 de abril de 2009

El amor: Tan sólo una droga?

El profesor Larry Young, de la Universidad Emory de Atlanta, en Estados Unidos, cree que sí.
En un artículo que ha publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature, el profesor Young afirma que el amor puede explicarse a través de una serie de procesos neuroquímicos que suceden en áreas específicas del cerebro.
Si ello fuera cierto, afirma Young, no tendríamos que depender más de las ostras o el chocolate como afrodisíacos.
En vez de eso, sería posible que los científicos desarrollaran afrodisíacos químicos que harían que nos enamorásemos de la primera persona con la que nos cruzáramos.
Y a aquellos que se enamoran de quien no deben, se les podría dar un antídoto contra un amor inadecuado.
Incluso se podría llegar a realizar un "test del amor" para saber si dos personas están predispuestas a tener una vida en común feliz.



Sin poseía

A lo largo de los siglos los poetas nos han hecho creer que el amor es algo que va más allá del entendimiento, pero esta idea es una maldición para el doctor Young.
"No sé si seremos capaces de entenderlo totalmente, pero creo que nuestras emociones han evolucionado de comportamientos y emociones que provienen del reino animal", asegura el científico.
"No creo que la manera en que una madre quiere a un hijo sea tan diferente del amor que una madre chimpancé siente por sus crías, o incluso una rata".
En los animales, los científicos han descubierto que una sustancia química, la oxitocina, es la responsable de desarrollar el vínculo entre la madre y su hijo.
El profesor Young cree que es muy posible que el mismo proceso suceda en los humanos.
"Lo que pasa es que cuando experimentamos esas emociones son tan intensas que no podemos imaginar que se trata tan sólo de una serie de procesos químicos", asegura el científico.
Pero incluso si ello fuera verdad en el caso del amor maternal, ¿sucede lo mismo en el caso del amor? El profesor Young cree que sí.
Los investigadores han descubierto que la oxitocina es la responsable de vincular a los ratones de campo, que como los humanos crean un fuerte vínculo entre ellos que dura durante un largo tiempo.
También se han realizado estudios en humanos que muestran que la oxitocina incrementa la confianza y la habilidad de comprender las emociones en los otros.
Así que Young asegura que tiene sentido pensar que el mismo tipo de molécula está involucrada en fortalecer los vínculos entre las personas.


Otras sustancias

El científico cree que también hay otras sustancias químicas responsables de fortalecer ese vínculo, así que tan sólo se debe investigar para averiguar cuáles son.
"Estoy seguro de que esto es sólo el principio", asegura Young.
"Hay cientos de moléculas de señalización que actúan en áreas diferentes del cerebro".
"Creo que algún día entenderemos mejor cómo interactúan todas esas sustancias químicas en áreas especificas del cerebro que tienen la función de hacer surgir esas emociones complejas", explica Young.
Habiendo dejado las cosas claras a los poetas, el profesor Young tendrá que discutir con los científicos que no están de acuerdo con su teoría de que el amor depende tan sólo de sustancias químicas.
¿No tendrán algo que ver también la educación y la psicología?
"La educación juega un papel importante", reconoce Young.
"Pero la manera en que la educación funciona es mediante la alteración neuroquímica".
Según el científico, se sabe por estudios realizados con humanos "que las mujeres que han experimentado abuso o negligencia al inicio de su vida tienen unos menores niveles de oxitocina en el cerebro".
"Así que estoy totalmente de acuerdo en que las vivencias tienen un impacto importante en nuestra habilidad para las relaciones, aunque ese impacto ocurre a través de cambios en la neuroquímica y la expresión genética".

Una canción de Mercedes Sosa que habla sobre el suicidio de la poetiza Alfonsina Estorni por una descepción amorosa.

Manipulación

Así que, si el amor es tan sólo una complicada reacción química, ¿podría la más poderosa de las emociones humanas ser manipulada? El profesor Young cree que sí.
"La oxitocina agudiza la visión y aumenta nuestra habilidad de reconocer emociones en otros", explica.
"Podría mejorar nuestra habilidad para formar relaciones, así que existe la posibilidad de que la oxitocina sea usada junto con terapias matrimoniales para devolver la chispa a una relación".
En el mercado ya existen perfumes que contienen oxitocina, aunque el profesor Young cree que los niveles de esta sustancia son demasiado bajos como para que realmente funcionen como afrodisíacos.
"Creo que en futuro podremos desarrollar fármacos que afectarán ciertas áreas del cerebro para estimular el amor".
Nick Bostrom, de la Universidad de Oxford, no está totalmente de acuerdo con la teoría de Young.
"Es interesante explorar las bases neuroquímicas del vínculo amoroso, pero no podemos pensar que esta teoría por sí sola nos proporciona una compresión total de lo que es realmente el amor", asegura Bostrom.
Según el científico, "también están involucrados factores evolutivos, psicológicos y sociológicos, además de perspectivas humanistas que ofrecen puntos de vista interesantes".
Sin embargo, cree que en un futuro será posible modular los mecanismos neurológicos que juegan un papel en el vínculo amoroso.
"Utilizando sabiamente este tipo de fármacos se podría mejorar la experiencia humana y mitigar el sufrimiento innecesario", explica Bostrom.
"En cualquier caso, este tipo de manipulación planteará una serie de cuestiones éticas y culturales, que deberán ser exploradas cuidadosamente", concluye el científico.

La verdad sobre las mentiras: uso de las respuestas emocionales para discriminar a los deshonestos de los honestos

A Aldrich Ames, un empleado de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, se le practicó una prueba de rutina con el detector de mentiras dos veces durante la última década. En ambas ocasiones aprobó. Pero al mismo tiempo que su honestidad era confirmada por el detector de mentiras, era acusado de espionaje de alto nivel para los rusos.

El caso de Ames provocó poca sorpresa entre los investigadores que estudian la validez de los resultados de las pruebas con el detector de mentiras. De manera repetida se ha demostrado que estos artefactos no son indicadores confiables de cuándo está mintiendo una persona.

Un detector de mentiras, o polígrafo, es un dispositivo electrónico diseñado para exponer a las personas que están mintiendo. La suposición básica subyacente al aparato es sencilla: el sistema nervioso autónomo de las personas que no están siendo veraces se excita conforme se incrementa su emotividad. Los polígrafos están diseñados para detectar los cambios fisiológicos que índican dicha excitación.

En realidad, un detector de mentiras registra al mismo tiempo varias funciones fisiológicas separadas, incluyendo cambios en los patrones de respiración, el ritmo cardiaco, la presión arterial y la sudoración. En teoría, los operadores del polígrafo hacen una serie de preguntas, algunas de las cuales saben que producirán respuestas veraces verificables. Por ejemplo, pueden pedir a la persona que proporcione su nombre y dirección. Luego, cuando se están respondiendo preguntas más críticas, los operadores pueden observar la naturaleza de los cambios fisiológicos que ocurren. Las contestaciones cuyas manifestaciones fisiológicas acompañantes se desvían de manera significativa de aquellas que resultan de las respuestas veraces, supuestamente son falsas (Patrick y Iacono, 1991).

Al menos ésta es la teoría. La realidad es un poco diferente; no hay una técnica infalible para evaluar el grado de los cambios fisiológicos que pueen indicar una mentira. Incluso las respuestas veraces pueden producir escitación risiológica si la pregunta está cargada emocionalmente (Waid y Orne, 1982).

Cuántas personas inocentes acusadas de un asesinato, por ejemplo, no responderían emocionalmente cuando les preguntara si cometieron el crimen, en vista de saber que su futuro puede pender de un hilo?

Un inconveniete más de la prueba con el detector de mentiras es que las personas son capaces de engañar al polígrafo (Barland y Ranskin, 1975; Honts, Raskin y Kicher, 1987). Por ejemplo, pueden emplearse técnicas de retroalimentación biológica con el fin de producir respuestas emocionales para acompañar incluso a las respuestas veraces, lo que significa que el operador del polígrafo será incapaz de diferenciar entre las respuestas honestas y las deshonestas. Incluso morderse la lengua u ocultar una tachela en el zapato y presionarla al responder cada pregunta puede ser suficiente para producir una excitación fisiólogica durante cada respuesta, haciendo indistinguible las respuestas veraces de las engañosas (Honts, Hodes y Raskin, 1985).

Debido a estas fuentes de error, los operadores de los detectores de mentiras a menudo cometen errores cuando tratan de juzgar la honestidad de otra persona (Saxe, Dougherty y Cross, 1985; Iacono, 1991; Saxes, 1994). La Asociación Psicológica Estadounidense ha adoptado la resolución de declarar que la evidencia para la efectividad de los polígrafos "todavía es insatisfactoria" (APA, 1986). Incluso el principal defensor del uso del polígrafo (La Asociación Estadouninse del Polígrafo) admite un índice de error entre el 4 y el 13 %, y los críticos sugieren que la investigación ha proporcionado un índice real cercano al 30% (Meyer y Macciocchi, 1989). Usando tal evidencia, la ley federal de Estados Unidos prohibe a los patrones usar polígrafos como dispositivos de examinación para la mayor parte de los trabajos (Bales, 1988).

Por otra parte, alguna evidencia reciente sugiere la posibilidad de la existencia de una fuente de información fisiológica que puede, de hecho, incrementar el índice de prescisión: los potenciales cerebrales relacionados con el evnto. Éstos reflejan pequeños cambios en el voltaje eléctrico que pueden ser medidos en el cuero cabelludo de una persona. Algunos investigadores encontraron que los cambios en los potenciales relativos al evento ocurren cuando una persona está mintiendo (Farwell y Donchin, 1991). Hasta ahora, estos resultados sólo se han obtenido en situaciones de laboratorio y todavía está abierto a debate si serán útiles en escenarios de la vida real (Bashore y Rapp, 1993).

En resumen, hay buenas razones para dudar de que las pruebas tradicionaes con el polígrafo puedan determinar con precisión si alguien está mintiendo. Debido al escepticismo respecto a la validez de los detectores de mentiras, muchos patrones han recurrido en su lugar a las "pruebas de integridad" escritas (Sackett, 1994). Dichas pruebas, diseñadas para separar a los empleados potencialmente honestos de los deshonestos, han sido adoptadas en forma amplia en la industria. Sin embargo, su validez todavía no ha sido establecida. Por ahora, entonces, puede estar tranquilo de que cualquier secreto que pueda tener permanecerá oculto: nadie ha identificado todavía una forma infalibre para distinguir a las personas que están diciendo la verdad de las que están mintiendo (Saxes, 1994).
NOTA: !Sabia usted que muchas empresas salvadoreñas utilizan el polígrafo para discriminar a los empleados honestos de los deshonestos! Qué opina al respecto?

lunes, 6 de abril de 2009

Reajuste del reloj interno del cuerpo: permanecer trabajando en el turno nocuturno

  • Casi ocurre una fusión en la planta de energía nuclear de la isla Three Miles con una cuadrilla que recientemente había sido cambiada al turno de la noche. Hora 4:00 A.M.

  • En Exxon Valdez choca contra un arrecife en Alaska, lo que provoca un derrame de petróleo devastador. Hora 12:04 A.M.

  • El reactor nuclear de Chernobyl explota. Hora: 1:23 A.M.

Es una coincidencia que cada uno de estos desastres ocurriera durante las horas de la madrugada y después de la media noche? Es probable que no, de acuerdo con el investigador del sueño Martín Moore Ede (1993). Él ha afirmado que el culpable es la fatiga del trabajador resultante de un horario que va en contra de los ritmos circadianos naturales del cuerpo.

Por fortuna, sin embargo, una evidencia cada vez mayor sugiere que es posible alterar los ritmos circadianos. Una técnica implica exponer a las personas a luces brillantes durante varios momentos de la noche. La luz engaña a las áreas del cerebro asociadas con los ritmos circadianos (probablemente un parte del hipotálamo y la glándula pineal), haciéndolas pensar que la noche en realida el día (Wever, 1989).

Por ejemplo, la Compañia de Gas y Energía Eléctrica de San Diego instaló un sistema de iluminación controlado por computadora en una planta de energía eléctrica, provocando que se aclare y oscurezca en forma gradual en el transcurso de un turno. El patrón exacto se adecua a los "perfiles de luz" de los empleados, los cuales se basan en us patrones de sueño específicos. La brillantez máxima de las luces imita la intesidad de la luz solar en un grado mucho mayor que el nivel de luz que se encuentra en la oficina promedio (Noble, 1993).

Un procedimiento parecido parecio fue usado con éxito por las tripulaciones del transborador espacial Columbia. Los astronautas fueron expuestos a dosis de luces brillantes durante un periodo de tres días. En ese breve tiempo, su ritmos circadianos cambiaron de manera radical y permanecían despiertos por completo en la noche y anhelaban dormirse al amanecer (Rosenthal, 1991; Czeisler, Kronaver, Allan, Duffy, Jewett, Brown y Ronda, 1989; Czeisler, Johnson y Duffy, 1990).

Estos procedimientos tienen implicaciones prácticas enromes para ayudar a los trabajadores del turno nocturno a sincronizar sus ritmos circadianos con los requerimientos de sus trabajos. También tiene aplicaciones en otros campos. Por ejemplo, es concebible que las líneas aéreas pudieran encender luces brillantes sobre los pasajeros durante vuelos largos. Este procedimiento podría prepararlos para el cambio de zonas horarias al llegar a sus destinos y les ayudaría a evitar las díficultades que se experimentan despúes de un vuelo transcontinental. Mejor aún, las personas que llegan a un destino nuevo podrían pasar unos cuantos días en la playa, absorbiendo algunos rayos, a fin de reprogramar sus relojes internos (Nowak, 1994).

jueves, 2 de abril de 2009

Dormir mal = vivir mal

Los adultos con problemas crónicos para dormir podrían tener más tendencias suicidas, afirma una investigación.

El estudio descubrió que entre más alteraciones de sueño sufra una persona, más probabilidades de concebir pensamientos de quitarse la vida tendrá.
La investigación -presentada durante el Congreso de la Asociación Psiquiátrica Mundial, en Florencia, Italia- advierte a los médicos que estén alerta si un paciente informa sobre problemas para dormir, incluso si no tiene un historial de trastornos de salud mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que unas 877.000 personas se suicidan en el mundo cada año.
Y por cada suicidio, hay unos 40 intentos que fracasan.
En el pasado los científicos han vinculado los problemas de sueño con un aumento en el riesgo de la conducta suicida en personas con trastornos psiquiátricos y en adolescentes.
Pero hasta ahora no es claro si esta asociación puede aplicarse también en la población general.

Tipos de problemas

El equipo de investigadores de la Universidad de Michigan, Estados unidos, analizó durante un año la relación entre los problemas de sueño y la conducta suicida en 5.693 estadounidenses.
Durante esos meses, el 2,6% de los participantes tuvo pensamientos suicidas y el 0,5% llevó a cabo un intento de quitarse la vida.
Los científicos analizaron tres tipos de problemas de sueño: dificultad para dormirse, dificultad para mantenerse dormido y despertar al menos dos horas antes de lo deseado.
Los científicos tomaron en cuenta factores como abuso de sustancias, depresión, trastornos de ansiedad, enfermedades físicas y otros factores sociales como estatus matrimonial y financiero.
La gente con dos o más síntomas de insomnio, dicen los autores, mostraron 2,6 veces más probabilidades de haber llevado a cabo un intento suicida que aquéllos que dormían sin dificultades.
La tendencia más fuertemente relacionada a la conducta suicida fue despertar antes de lo deseado.
Según el doctor Marcin Wojnar, quien dirigió el estudio, "la presencia de problemas de sueño debe alertar a los médicos para que vigilen a esos pacientes por un mayor riesgo de suicidio, incluso si no tienen un trastorno psiquiátrico".
"Nuestro estudio también sugiere la posibilidad de que al analizar los problemas de sueño se podría reducir el riesgo de conductas suicidas", agrega.

Psique atribulada

El científico afirma que los trastornos de sueño y los pensamientos suicidas podrían ser la manifestación de una psique atribulada.
Pero también explica que podría haber un vínculo fisiológico subyacente entre ambos factores que hasta ahora se desconoce.
Los expertos creen que la falta de sueño podría afectar la forma como funciona el cerebro, lo que provoca juicios equivocados y menos capacidad para controlar los impulsos.
También se sospecha que tanto los trastornos de sueño como los pensamientos suicidas podrían estar relacionados a un desequilibrio de la serotonina, un compuesto químico cerebral responsable de regular el ánimo.
El doctor Daniel Freeman, del Instituto de Psiquiatría del King´s College de Londres, afirma que este estudio demuestra que el insomnio es muy común y puede tener un efecto importante en el bienestar psicológico de la persona.
"Es muy plausible que los pensamientos suicidas, que ocurren cuando estamos deprimidos y no nos permiten darnos cuenta de que podemos solucionar nuestros problemas, estén relacionados al insomnio", dice el experto.
"Sin embargo, es necesario recordar que el insomnio es muy común mientras que los pensamientos suicidas no son tan comunes, porque la mayoría de la gente con insomnio puede manejar bien los efectos del trastorno.
"Esto se debe a el insomnio sólo provoca problemas severos en la gente que ya sufre una vulnerabilidad preexistente", concluye el especialista.