miércoles, 22 de julio de 2009

Santa Barbara

Hace unos meses atrás colabore en un proyecto sobre fortalecimiento y apoyo a la enseñanza de niños del Pueblo de Santa Bárbara, Departamento de Chalatenango. A orilla del embalse del lago suchitlán, encontré una maravillosa imagen con un valle extenso y lleno de miles de animales pastando. Nunca en mi vida había presenciado tantas reces, caballos, cabras y pelibuelles rumiando, cagando y relinchando cómo en postal de Narional Gegeografic. Miguelito, mí guía y colaborador en el proyecto, me aclaro que llegan camiones repletos y los depositan ahí para luego por la tarde recogerlos y llevarlos a sus corrales. Incluso él contaba con un caballo que había vuelto a ser salvaje y no dejaba que nadie lo montase y vagaba libremente por la llanura. Él y su padre pensaban contratar a uno de esos jinetes experimentados y diestros para atrapar y domar al enloquecido animal.
Las visitas de casa en casa, de familia en familia, me agotaban fácilmente, sumado el calor y los rayos solares incandescentes que de vez en cuanto menguaban por una nube que se interponía por piedad y quizá al hacer caso de mis suplicas. Miguelito me dejaba en una casa, me presentaba y yo quedaba en buenas manos, exponía la razón de mi visita y recogía los datos del padrón que se requerían: Encargado o responsable, edad, número de habitantes por casa, numero de niños menores de nueve años, si los habían llevado al centro de nuctición infantil, etc. Posteriormente, conversaba con ellos sobre la importancia de la educación preescolar y el apoyo que pueden brindar al proceso de enseñanza aprendizaje, autoestima, educación sexual infantil, disciplina con dignidad y todos esos temas que había preparado para conversa con las madre y padres responsables de los niños. Como era de esperar, muchas madres, tías, abuelas, mujeres a cargo y pocos padres. Algunos hogares con hasta 20 personas viviendo en casas de adobe y tejas, niños panzoncitos y chorriaditos, madres jóvenes y tremendamente despreocupadas, “Si hay lo vamos a enviar. Yo lo mando pero el se regresa”.
Al final me quede con la sensación de tristeza por no poder motivar más a esos padres y madres a que hagan hasta lo imposible para llevar a sus hijos a la escuela y que estos aprenda por lo menos a leer y escribir. Me consuela que tenemos un nuevo gobierno y nuevas autoridades de educación, sobre todo sentado en la silla se encuentra el vicepresidente y docente Salvador Sánchez Cerén. Ojala no nos decepciones y se orienten adecuadamente las políticas educativas para que estos padres y madres, niños y niñas, maestros y maestras, encuentre mayores alicientes educacionales.